domingo, 19 de septiembre de 2010


A veces de tanto sufrir, ya el dolor se hace una costumbre para nosotros, nos acompaña a cada paso que damos.Imaginarse lo peor
desde un principio ayuda a poder soportar lo que se viene,cuando nos lastiman ahí, justo en nuestro punto débil, en lo que más queremos,no nos viene bien ninguna solución,no encontramos ninguna muestra minima de esperanza.
Estaba corriendo, no miraba nadie, el viento no me dejaba llegar, los pies me pesaban, en mi cabeza crecía ese sentimiento de que algo malo estaba por pasar, en mis venas corría una sensación de angustia, de malestar, desde lo más profundo de mi ser.
El camino era interminable, como si viera la puerta pero nunca la pudiera alcanzar, como si estaría subiendo una escalera infinita.Solamente deseaba poder detener el tiempo, poder controlar la situación, pero es algo de lo que no se me da bien.
Como hoyos negros en el cielo azul, así se estaba volviendo mi vida en cada paso que daba, corría para llegar a ningún lado, a lo peor, a lo desconcido.Todos nos quieren ayudar, pero vemos que nadie nos puede entender, o la única persona que pensamos que
podría entendernos no está con nosotros fisicamente.La soledad se hace presente más fuerte que nunca, ya que parece que nadie tiene la capacidad de ponerse en nuestro lugar, aunque tal vez sí y no lo podemos ver.

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